Qué es el Perdón?
El perdón es un suceso transpersonal, un trabajo que transciende el trabajo puramente psicológico y cognitivo, no por ello exento del trabajo del entendimiento y la voluntad, de la reflexión a que la persona se ve abocada.
En realidad, el perdón es un acto de amor y comprensión, que para poder lograr el efecto sanador, precisa de la gracia sobrenatural. Es una forma de vida sin miedo. El perdón es la gran medicina del cuerpo y del alma.
El perdón es comprensión profunda. El perdón es una oportunidad para desarrollar la compasión. El perdón es una forma de liberarnos de pasado. O Perdonar significa liberarse del sentimiento de victima.
El perdón es volver a conectar con la inocencia primordial. EI perdón nos hace experimentar la alegría y apertura del corazón. Cuando perdonamos se transforma nuestra vida.
El perdón nos enseña el poder estar en desacuerdo con alguien, con la conducta de alguien, sin por ello restarle el respeto que se merece. Reconocer en el otro un ser completo como uno mismo.
El perdón se sustenta en la firme decisión de lograrlo, y del compromiso consciente de una determinada actitud. QUÉ NO ES PERDONAR?
Lo primero en soltar esa creencia de que cuando perdonamos nos vemos en la obligación de justificar el comportamiento negativo, ya sea propio o ajeno; comportamientos como el mal trato, la violencia, la agresión, la traición, la deshonestidad... etc., ni tampoco excluye que se tomen medidas para cambiar la situación.
En el caso de que estemos "aceptando" comportamientos inaceptables tendríamos que mirarnos, sino estamos usando el "perdón" para eludir nuestra responsabilidad de cuidar de nosotros mismos, o para evitar los cambios.
Desde esta perspectiva, perdonar no es hacer como que todo va bien, cuando se siente que realmente no es así. Si no se investiga, podemos a veces creer que perdonamos de verdad, cuando en realidad lo que estamos haciendo es negar la rabia, el dolor o el miedo. Y dado que el hecho de enfadarse de forma ajustada y oportuna trae consecuencias internas muy enriquecedoras, y el hecho de hacerlo de forma desajustada trae consecuencias negativas, muchas personas aprendieron pronto a sustituir sus auténticos sentimientos de enfado, por otros más "aceptables' que lograsen eludir la amenaza de castigo o reprobación.
Otro aspecto erróneo es el hecho de creer que perdonar conlleva una actitud de superioridad, porque se le tiene lastima, o porque se considera al otro inferior, y sin duda aquí lo que hay es arrogancia.
El perdón tampoco significa que tengas que cambiar el comportamiento. Puede darse el caso de que perdones a tu madre y que la visites, pero no la hagas participe de aspectos de tu vida.
El perdón tampoco exige que te comuniques verbal directamente con la persona que has perdonado. No es preciso ir y decirle “te perdono “ aunque en algunos casos esto puede ser importante en el proceso. A veces tienes que perdonar a alguien que ya murió, a alguien que te causo un daño que no es posible el dialogo. El perdón tan solo requiere de una comprensión intima y profunda que conlleva un cambio de percepción con todas sus consecuencias.
Perdonar a la familia
No hay ninguna relación que sea tan importante como la que hemos tenido con nuestros padres, ya que sobre ella se rigen los cimientos de nuestra vida.
En nuestra infancia aprendimos nuestras primeras lecciones sobre el amor, el temor, sobre la seguridad, el respeto, la vergüenza, la autoestima. Cuando llegamos a la vida adulta tenemos la oportunidad de crear nuestra propia autonomía emocional, pero si no hemos sanado la relación con nuestros padres, esa autonomía y madurez no podrán darse, por lo que hemos de sanar ese cordón emocional de expectativas no cumplidas y necesidades insatisfechas, o seremos rehenes de nuestro pasado.
Si nuestros padres no satisficieron nuestras necesidades básicas, de forma automática e inconsciente, aunque en otros ámbitos seamos personas maduras, esas necesidades se activan ante su presencia, provocando un daño especial toda critica o comentario venido de ellos, pero a la vez se pasa a otras situaciones emocionalmente importantes para nosotros, como es la relación de pareja o la relación con nuestros propios hijos.. Continuamos exigiendo un amor que ellos no pueden darnos.
Asumir de una vez por todas que nuestros padres no pueden satisfacer nuestras necesidades y abandonar la imagen idealizada de cómo deberían ser nuestros padres. Perdonar es abandonar la lucha con nosotros mismos y con ellos, ya que esa lucha lo que ha hecho durante toda nuestra vida es cederle el poder de nuestra vida a ellos, y perdonarlos supone recuperar ese poder.
Comprender el hecho de que nuestros padres, debido a sus recursos emocionales y evolutivos, han hecho lo mejor que sabían hacer en cada momento no significa justificar su comportamiento, sino hacer que fue como tenia que ser.
Perdonar a la pareja
La imagen que tenemos del amor suele ser lamentable y está parada en la adolescencia e influenciada por películas, revistas e ideas de pareja perfecta. Lo cierto es que el perdón nos hacer ver más allá de los arquetipos románticos y nos da la oportunidad de hacernos adultos. En realidad el perdón nos hace comprometemos a trabajar con lo que surja y nos capacita a relacionarnos con una persona no con un ideal romántico.
En la pareja nos enfrentamos cada día con los deseos, necesidades y expectativas de la otra persona. Lo cierto es que en una pareja que no exista el perdón, será una relación dañina. La actitud y disposición a comprender y en consecuencia a perdonar resulta fundamental, independientemente de que se siga en pareja o cada uno siga su camino.
El perdón es el material del que están hechas las grandes relaciones.
La imagen romántica del amor hace que esperemos que la otra persona sea perfecta, pero hasta que no profundizamos en nosotros y sanamos nuestras relaciones de origen, será difícil construir una pareja sana.
Cada persona lleva a la relación de amor los obstáculos y el amor que ha aprendido.
Para que una pareja prospere, cada miembro ha de tener el deseo de construir una amistad basada en la generosidad, el afecto y la escucha. Una amistad donde cada uno cuida sus necesidades y a la vez las necesidades del otro, donde se celebran mutuamente los éxitos, ofreciéndose consuelo y apoyo cuando algunas cosas no van bien.
Cuando se trabaja el perdón sinceramente: crece una profunda amistad que se convierte en el cimiento seguro de la relación.
El perdón a los hijos
Tenemos que reconocer frustraciones y desafíos en la crianza y educación de los hijos.
El enfado es normal, pero si es repetido por cosas de poca importancia, o uno se sorprende continuamente chillando, es necesario examinarse con atención para ver cuál es la fuente de esos enfados. Pasarse la vida enfadado y culpando a los niños es dañino para uno y transmitirá al niño que es una mala persona.
Para que haya un sano equilibrio hay que transmitir a los hijos "Te quiero siempre' y no "Te quiero cuando. . ... no haces, o haces.. . ., o cumples. . . "
Una vez que crecen pueden darse diferentes enfados, pero una cuestión es poner limites con amor y otra continuar enfadados por periodos largos y manifestarse desde el desamor y la frustración.
El perdón a uno mismo
Probablemente es uno de los mayores desafíos de nuestra vida: aprender a amarnos y aceptarnos a nosotros mismos "pase lo que pase". Perdonarnos y amarnos es una misma cosa. Es la experiencia directa de compasión y amor, el contacto con nuestro yo esencial
Perdonarnos puede exigir sugestionarnos y cambiar creencias sobre nosotros mismos y sobre quienes somos en realidad.
Al perdonarnos, llegamos a aceptar nuestros errores y que estos provienen de reacciones de temor e intentos confusos de recuperar el poder o el amor de que nos creíamos privados. A veces el sentimiento de vergüenza tóxica es el que nos impide perdonarnos, debido a mensajes falsos y neuróticos de lo mediocre que somos y de lo poco que merecemos.